«Aquí cada persona es alguien, no un bulto»

Reportaje publicado originalmente en el diario La Verdad · Texto Manuel Madrid · Fotos Javi Carrión

Gertrude cumplió ayer en Jesús Abandonado 2.535 días de permanencia. Es la residente de mayor edad que recibe asistencia de la Fundación. Tiene 88 años, pero es enérgica y tiene una fortaleza mental envidiable. Es alemana, fue taxista y camionera en Munich, donde vivió la Segunda Guerra Mundial. Hace 20 años vino a España de turista. Enviudó, y decidió no volver; la pensión que recibe de su país –poco más de 100 euros– la condujo a la marginalidad, hasta que en 2008 encontró un hogar en la carretera de Santa Catalina. Aquí practica su castellano, y se mantiene activa colaborando como una jabata en la lavandería.

«España es mi país, y ustedes mi familia», parlotea Gertrude mirando a Ana Gutiérrez, responsable del Área Social de la Fundación, que responde al cumplido diciéndole que está como una rosa. «Porque sigo trabajando, no como los de mi edad, que están todo el día viendo la tele y en el sofá. Y también porque mi jefa, Clarisa, es muy buena, ácrata pero amable», asiente la octogenaria.

En los centros de acogida de Jesús Abandonado hay en este momento una decena de personas con más de 60 años, pero también embarazadas, jóvenes recién salidos de centros de menores, desahuciados, drogodependientes y enfermos mentales. Un perfil variado de usuarios, cuyo número mengua en los meses de verano, en los que la tasa de ocupación del centro de media y corta estancia baja un 20% respecto al resto del año. Aún así, las cifras siguen siendo altas. En junio y julio fue de un 81%, frente al 95% de mayo y al 98% de febrero, un dato que ronda el 100% todo el año hasta el punto de que suele haber listas de espera. En verano, en cambio, hay una media de entre 5 y 7 plazas libres todos los días en el albergue. Ayer al mediodía había 8 camas libres. En agosto, a falta de hacer el recuento definitivo, la tendencia parece la misma que el resto del verano, y Jesús Abandonado lo atribuye a «una leve recuperación económica y del empleo» en la Región.

«Esto está pasando en los dos últimos años, porque en 2012 y 2013 no había prácticamente descenso y estábamos al 100% de ocupación y apenas se notaba el verano, a diferencia de los años anteriores al inicio de la crisis, en los que la ocupación bajaba al 67%. Casi todos los que se han ido estos meses están fundamentalmente en el campo, y muchos aprovechan para irse a las zonas de costa a vender, a trabajar de camareros unos días, en sitios donde pueden encontrarse un poquito la vida», expone la trabajadora social. «Cuando llega el invierno vuelven aquí si no han encontrado un empleo estable».

Convalecientes y en terapia

Este descenso en el número de ocupantes tiene como efecto la eliminación de las listas de espera. Jesús Abandonado dispone de 144 plazas: 54 en el centro de estancias largas –personas en procesos terapéuticos para dejar el consumo, convalecientes en recuperación por enfermedad que no tienen apoyo familiar, enfermos mentales que están esperando otros recursos o personas en «disminución de riesgos»–, 58 plazas en el centro de estancia media –pueden permanecer un máximo 6 meses, y el tiempo lo marcan los objetivos que se consensúan con el trabajador social–, y 72 plazas en el de corta estancia –suelen estar entre 15 días y un mes–.

La mayoría están ocupadas por hombres. De mujeres hay 10 plazas temporales, y 8 más para usuarias que por diferentes razones residen de manera permanente, como la alemana Gertrude, o bien porque tienen una enfermedad mental, o porque son convalecientes, o porque están a la espera de una residencia. A pesar de las limitaciones económicas, la institución ha mantenido sus recursos, y próximamente abrirá un centro de día de estancias diurnas para personas sin hogar.

Además, Jesús Abandonado supervisa a usuarios que viven en ocho pisos: unos financiados por la institución, otros subvencionados. Hay personas que sí disponen de recursos por subsidio (426 euros) o pensión no contributiva (345), pero son insuficientes para ser independientes. Ellos alquilan –cuatro por casa– y la Fundación realiza una supervisión y garantiza al propietario que va a responder ante desperfectos o impagos.

«Ellos son responsables de su vida, y nosotros somos como un seguro para el dueño. A este recurso solo acceden personas con un mínimo nivel de autonomía y hábitos de convivencia, que no tengan drogodependencia y si hay alguna con enfermedad mental debe estar controlada médicamente», detalla Ana. Estas casas, a las que no acceden parejas, son habitadas por gente que ha acabado procesos de deshabituación por drogas en Heliotropos o Proyecto Hombre. La Fundación dispone de 24 plazas en una pensión para indigentes y/o matrimonios que no desean compartir piso y quieren privacidad.

«En las personas sin hogar hay muchos perfiles. Puede haber un crónico que lleva 15 años bebiendo y está totalmente deteriorado, y hay quienes se han quedado en la calle porque por la crisis no tienen casa para vivir, o no tienen apoyo familiar ni recursos económicos. La media de edad está entre los 45 y 50 años», advierte la coordinadora social.

Jesús Abandonado tiene el sostén económico de instituciones y donantes anónimos, el apoyo de cientos de voluntarios –hay odontólogos y ginecólogos que pasan consulta gratis– y la experiencia y estímulo de la Orden hospitalaria de San Juan de Dios, que atiende centros en 90 países. El hermano Enrique, superior de la comunidad, hace hincapié en el trabajo realizado para la reinserción sociolaboral de los beneficiarios de recursos con talleres y actividades ocupacionales, financiando tratamientos psiquiátricos y asumiendo los gastos de ropa, higiene, transporte, gafas, prótesis dentales, documentos… Por los centros de estancias pasan una media de 3.500 personas cada año.

«Todos tenemos un motivo para estar aquí»
Sotillo, 67 años «Llevo unos 14 años en Jesús Abandonado. Me encontraron pidiendo en la calle Platería, en pleno mes de agosto, con una cazadora de cuero y un casco de moto. Yo soy de Sevilla, cuando vivía en la calle me llamaban ‘El Ruso’, porque viví en Rusia muchos años y estuve casado allí. Tengo familia, pero como si no la tuviera. Todos tenemos un motivo para estar aquí. Me cuidan estupendamente, esto es gloria bendita, y estoy encantado de vivir aquí»

«Aquí cada persona es alguien, no un bulto»
Juan Carlos, 50 años «Jesús Abandonado me ha salvado la vida. El calor humano que he encontrado aquí no lo he sentido en ningún otro sitio. Aquí cada persona es alguien, no es un bulto. Yo llegué de carambola. Me fueron mal los estudios de Ingeniería de Telecomunicaciones y toda mi vida he estado tropezando. Fui adicto a la heroína hace décadas y me quedé con el alcohol, he pasado por todas las terapias y sigo luchando contra esta adicción. Cuando estpy bien no me falta el trabajo. Vivía en un piso compartido, pero he tenido un patinazo y he tenido que volver al centro»

Si tienes una duda o cualquier comentario, déjanos tu nombre y número de teléfono y nos pondremos en contacto contigo.

Fundación Patronato Jesús Abandonado de Murcia le informa que los datos de carácter personal que nos proporcione serán incorporados al sistema de tratamiento titularidad de esta entidad en cumplimiento del Reglamento (UE) 2016/679 del Parlamento Europeo y del Consejo de 27 de abril de 2016 relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y por el que se deroga la Directiva 95/46/CE (Reglamento general de protección de datos). La finalidad de la recogida y tratamiento de los datos personales que le solicitamos es para la que consta, así como para el envío de información relacionada con la Fundación Patronato Jesús Abandonado de Murcia. La legitimación se realiza a través del consentimiento del interesado. De acuerdo con los derechos que le confiere la normativa vigente en protección de datos podrá ejercer los derechos de acceso, rectificación, limitación de tratamiento, supresión, portabilidad y oposición al tratamiento de sus datos de carácter personal así como del consentimiento prestado para el tratamiento de los mismos, dirigiendo su petición escrita y firmada, acompañada de Documento de Identidad, dirigida a Fundación Patronato Jesús Abandonado de Murcia, Carretera de Santa Catalina 55, 30012 Murcia, o al correo electrónico director@jesusabandonado.org. Puedes consultar la información adicional y detallada sobre Protección de Datos en nuestra política de privacidad.